viernes, 21 de agosto de 2009

Deudo

Sonrío recordando una fotografía.
Mientras otros ojos me miran, más acá, otras sonrisas me invitan a olvidar, pero no olvido.
No puedo olvidar la sonrisa de la fotografía, que me persigue como un espectro quejumbroso.
El cielo se mueve, el piso se mueve, los cajones se abren solos, o son mis ojos que no se detienen.
Bebo un vino dulce en la boca, salado en la garganta, y suspiro como un deudo malagredecido, y mis dedos inquietos buscan sosiego, quizás un poco más allá, donde duerme tu último adiós.
No, solo busco entre mis ropas, esparcidas en la vastedad de mi habitación, esa imagen delatora, y ahí estás, sonriendo otra vez.
Mi piel me ahoga, ahora que comprendo que si se impregna del olor de otras tintas, de otros colores, el hedor me penará más que este fantasma hambriento. Y quiero huir, poner mi piel a salvo en el maternal abrazo de los aires fríos de esta cálida noche, pero no puedo escapar de mi propia habitación, no esta vez.
Como un estúpido medium principiante guardaré mi temor bajo llave, y rumiaré el conjuro que te quite de aquí. Sólo entonces encontraré la paz, otra vez.

No hay comentarios: