jueves, 11 de agosto de 2011

Paz

El tiempo repite siempre una única frase: ya es tarde.
Las arrugas polarizan el reloj, pero calma, todo lo insomne es perenne.

Humor negro

Frente al pelotón, dice:
Prefiero cultivar el saludable arte de guardar silencio.
Y yo me carcajeaba como un poseso mientras suponía poseer la bala de salva.

Experimental

Ratas bajo la piel en un delirio pavloviano.
Dicen los mitos que nunca encuentran una salida y que simplemente se aburren y se detienen a esperar.
Son tres, pero una siempre duerme. Y la envidio como las sombras envidian al fulgor.
Yo no puedo dormir mientras las otras dos se aman.

Teomancias

Vivir es un acto de fe.
Pero ya no quedan dioses que quieran asumir las demandas de mis plegarias.
Acúsome de ser agua tibia, enfriándome, dice el viento perro-aullante, en proceso de evaporación, dicen las algas sollozantes. Dime tú, a lo lejos, que opinarían los astros.

Sucesión

Aquí estás, príncipe de mezquinos reinos, autocomplaciente, con el sabor del último festín aún en tus labios, con marcas caníbales, saboreando los residuos de las presas aún sangrantes, acariciando la gillotina que feliz, te acaricia de vuelta.
No hay paz más grande que la de tus ojos plenos, aunque detrás del cuello el frío lacerante insinúe apenas un indicio de culpa.
Y las manos limpias, puras.
Me vuelvo tu cómplice mientras me arropo en tus mantos.
Porque no soy inmune, ni tú tampoco, al hambre ni a la sed.
Sería tu heredero si me lo pidieras. Me negaría si me lo rogaras.

martes, 9 de agosto de 2011

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Que mi epitafio diga:
Callar es más silencio que morir.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Como un reloj

Despierto con los ojos cerrados.
Percibo la terquedad inquieta de una roca sumergida a medias en la tierra.
Recojo los perfumes del agua pura.
Me alimento de los seres invisibles que respiro.
Oigo la voz silenciosa de los vientos marginales.
Dormito entre las mareas y el cielo ardiente.
Recojo la sal residual de frutas y mieles.
Bebo el dolor principiante de los árboles.
Me desnudo si deja de mirarme la noche.
Lavo mi cuerpo entre las espigas y la hoz.
Seco lo que queda con la luz de las estrellas.
Duermo con los ojos abiertos.

Sin título

Si pudiera tocarte detrás del cristal, quizás sabrías quien es el prisionero y quien el visitante.
Si pudieras traspasar el hálito cálido que nos envuelve sin derretir tu piel, calmarías mi sed rozándome apenas con tu humedad en mis labios.
Hay luz que muerde, en los secretos, iluminando rostros sonrientes, y una rojiza expresión en las miradas.
Luz que traspasa jaulas y nuestras imágenes refractándose en mil pedazos antes de convertirse en sombras.
Cuerpos descuartizados reuniéndose en piras extinguiéndose en el horizonte, mientras las llamas corroen el tiempo, convirtiendo en solo un instante preciso y locuaz, el pasado y el futuro.
Sin embargo soy de astillas y metales, y me inmolaría en un delirio nocturno si no necesitara verte otro amanecer.