lunes, 6 de julio de 2015

Escancia

Contenido el dolor, bien contenido en sonrisas forzadas y miradas débiles, intuyendo el ruido de susurros a gritos, con la certeza de un silencio bien ubicado, nos suplican las palabras que dejemos de hablar y concentrados, con el oído, el olfato y la vista rubí contemplemos el espacio que nunca se podrá llenar de vacío.
Pero la primera promesa rota se vuelve contra mí vociferando mi cobardía, que espanto con un golpe de revés de un cristal en mi mano, para chocar con tu mano, la primera mano, y explotar en mil fragmentos que son pequeñas promesas, rotas a su vez en sus propias colisiones, rasgando la carne y entregándola al sacrificio.
Y el tiempo llena ese espacio quemando las heridas mientras la sangre se vuelve más espesa.
Ahí en la hoguera recogeremos la arena para formar otras dos copas rojas y como dos mesías inversos convertiremos el vino en agua amarga que nadie quiere beber pero que todos debemos libar.