A hurtadillas en medio de la noche, deslizandose cual serpientes, los saqueadores de tumbas recorren los recovecos de la pudedumbre para hurtar gozosos el botín de la guadaña.
Y es que son discretos.
Discretos como un suicidio.
Me decían que están malditos, felices ellos que lo ignoran.
Y es que son discretos.
Discretos como un suicidio.
Me decían que están malditos, felices ellos que lo ignoran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario