lunes, 21 de septiembre de 2009

15

Quince días han pasado que no he dicho nada.
Quince milagros, quince culpas, quince llantos.
me he detenido a esperar un ruido.
Cada noche desperdiciada me recuerda que aún respiro, y que debo quince amaneceres despierto. no distingo entre horas de luz ni de muerte, ni espacios vacíos, ni nombres mal prounciados, comidas putrefactas ni líquidos malolientes.
No había remedio, no hay cura.
Enfermo quince días.
Que parecen mil años.

2 comentarios:

Andrés Ibáñez Carrillo dijo...

Re flauta. Sabes que me agradó la cadencia del texto. Me pareció más que prosa, poema. Es musical, tiene buen ritmo y las palabras bien elegidas. Aún así, el final no me ha gustado por una cuestión relacionada con los clichés, y es que me carga la expresión "mil días" y sus variedades. Las hayo poco originales, aún cuando el contexto las justifique y traten de ser incluso utilizadas conscientemente como clichés.
Pero insisto en que el texo me ha gustado. Proboca imagenes delirantes, como cuando se mira un estanque con aguas estancadas. Hasta incluso "aprecié" mosquitos que ni siquiera sé si estaban.

Adiós.

Andrés Ibáñez Carrillo dijo...

Esta no es una crítica literaria. Más bien se trata de hacer un mea culpa con respecto a mi grado de ignorancia inaceptable.

He escrito Proboca en vez de provoca; hayo en vez de hallo y aún cuando en vez de aun cuando.

Me disculpo ante la comunidad de escritores preocupados de la ortografía.

¡JA!