martes, 22 de septiembre de 2009

Interludio

Cubriendo distancias imposibles, esperando una respuesta sin preguntas, evadiendo los puñales indecibles del destino, mártires de la rutina ruinosa de los mortales, ellos, los semidioses, van forjando una epopeya indeseada, un anecdotico pasar quejumbroso de dias y de noches embusteras, elevando sus débiles e inútiles plegarias hacia dioses estériles de oro, bronce y piedra. Ahí van en triste procesión, ignorando lo que a mí, llano ejemplar de llano y simple pueblo, me parece la más grande de las estupideces. Y está bien, que consuman en su desatino, la gracia eterna que la muerte les ha concedido. Pero no soporto, ni quiero soportar, que de entre todos ellos no haya quien se pregunte, seriamente, que con un simple paso al costado, se acaba la tragedia.
¿Realmente quiero creer eso? Porque aquí abajo, entre los mortales, no hay nada más digno que seguir los pasos de los inmortales, y tratar, por un segundo que sea, de que compartan, ellos, vanos, un segundo de gloria.
No escatimes esfuerzos, he ahi el dilema, En eso se te escapará la vida.
Tratando de convertirte en uno de ellos.
¿Debería seguirte?

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