martes, 17 de noviembre de 2009

En la trinchera

Hay un triste sabor a derrota en nuestras miradas al tendernos en la trinchera, mientras las balas vuelan rasantes sobre nuestras cabezas, y zumban somnolientamente en los oidos.
De cuantos caídos hay mas atrás, o ahí, adelante, no hay cuenta, pero cerca yacen aquellos de quienes conocimos su voz, y ya la desesperación de verlos caer, uno a uno, acribillados, o verlos desaparecer dejando un mancha horrible en el aire, en el suelo y en la retina, al final nos venció hace mucho, y se va postergando la ira y la tristeza infinita hasta las horas insomnes de sudor, terror y vacío.
Y el metal frío y sediento ha de entibiarse mientras vamos compartiendo alegremente nuestra desgracia, con una generosidad que no conoce límites, con los ojos del alma cerrados y contenido el aliento, siervos y esclavos de una voluntad ciega y asesina.
Aquí en la trinchera me imagino que podría detener el temblor de tus manos sosteniendo el arma, si fuese capaz tambien de entender que la llevases un día a apuntar a tu propia cabeza, o quizás a la mía, y en ese caso te sonreiría sin decir nada, y sería la única muestra de agradecimiento que estoy seguro que entenderías. Pero no puedo detenerlo, y llevarás la marca de quienes no deberían estar aquí, la llevarás allá, donde tampoco perteneces.
La claridad nunca dejará que mi mente se pierda en el triste sabor amargo de la victoria, como la niebla espesa, hija de estos humos que parecen no acabar jamás, oculta las estrellas que siguen brillando arriba en el cielo. Y me gustaría verlas antes de salir de aquí.

1 comentario:

Andrés Ibáñez Carrillo dijo...

¿Sabes qué me pasa con este texto? Me pasa que me descoloca. Me descoloca porque de pronto las metáforas me rodean y luego otro lenguaje ajeno me saca de ese ambiente de ensueño. No es que sea un texto malo, es sólo que siento que confabula dos "idiomas" distintos que no se caen bien entre sí. Tú dices no escribir poesía, cuando en realidad creo que lo haces en gran parte, pero esta vez sólo hallé la mitad de ese universo, porque el resto se me hizo palabras y expresiones que no calzaban naturales en "la forma", en la "fisonomía" de un todo que está lingüísticamente fragmentado. Me sentí como cuando trato de armar un rompecabezas encajando en un lugar una pieza que sé que no va ahí. Pero da igual, porque a fin de cuentas el texto es tuyo, y si lo subiste es porque te pareció digno de hacerlo.

Que estés bien, creatura.