Tarde para nacer de nuevo.
Tarde para recuperar el aliento
perdido en antiguas noches,
frías.
Tarde para olvidar el sabor luctuoso de la ignorancia.
Leche y miel.
Y
si se puede olvidar
la silueta de tu carne exudando mares
y aroma a cielos grises
mirando otra boca
escapando de otras melancolías,
labios reprimiendo la ira
y el deceso de improbables juramentos que hieden ironía,
no
se asombraría mi paladar una vez más
entre los dulzores y la agonía
confundida.
Leche y miel
sedimentos de otras pieles.
miércoles, 31 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario