lunes, 4 de enero de 2010

Océano

Me desespera la melancolía de tu silueta a contraluz en el ocaso, el misterio de tus suspiros contenidos, mientras un manto de tintas va cercándome, y aún así no quiero acercarme demasiado y prefiero esperar quieto, inmóvil, como un navío varado en tu orilla, mientras el oleaje va erosionando capa por capa mi piel de hierro.
Mientras el viento me de la razón azotando mi rostro, gritándome en los oídos cada sutil verdad ignorada, un leve gesto servirá de consuelo hasta que el sol ya no salga.
La memoria es mi testigo, girando en los cielos es más eterna que la débil persistencia del miedo. Sin embargo, cada estrella se refleja en el mar. Y sigues lanzando rocas por un acantilado, o buscando en las profundidades abisales un poco de luz tenue que guíe tus pasos de presa, hacia las mandíbulas del tiempo. Cada movimiento perturba la superficie deformando el espejo pero la quietud algún día volverá todo a su estado de apacible naturalidad y aunque ya no sea nada más que un frágil esqueleto de lo que alguna vez fui, o ya me haya deshecho fundiéndome con las aguas, aunque el rastro de mi existencia ya ni siquiera se pueda rastrear como una huella a punto de extinguirse, aún así seguiré ahí, esperando descubrir otra vez, cada vez, como la primera vez, el secreto que me insinúas en silencio.

3 comentarios:

likhan dijo...

un rastro perdido...unas olas revueltas en espuma de bilis..ira que borra cada paso dejando una huella de melancolia la cual borra la pena al tener un recuerdo.
gritos que incendian los timpanos con esa verdad que hierve la sangre y recalienta las membranas...
que tan fuerte quemara ese sol en las mañanas, para que la melancolia se asome a hora tan temprana, que tan crudo puede ser el recuerdo que paraliza al cazador, mas que no sea saber que tan fuerte y decidida es la presa..

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Esto es un blog de literatura, si no mantiene la temática del blog, debo eliminar sus comentarios. Lo siento.